Es para todas las personas. ¿Por qué? Porque si tenemos un cerebro, tenemos sesgos inconscientes. Nuestra programación inconsciente impacta la manera en que pensamos, sentimos y nos comportamos, determinando más del 95% de las decisiones que tomamos en el día a día personal y laboral. Tendemos a confiar más en las personas que se nos parecen, a pensar que la gente atractiva es más exitosa, a buscar confirmación de las expectativas y estereotipos que tenemos frente a determinados grupos, etc… ¡Y lo hacemos sin darnos cuenta, en piloto automático! Como resultado, con frecuencia llegamos a conclusiones erróneas, juzgamos inadecuadamente a otras personas, y excluimos irracionalmente.
Si buscas tomar decisiones más justas, potenciar el aporte de la diversidad en los equipos (mejor antídoto del groupthink), favorecer la innovación, y lograr un mejor clima de trabajo, es fundamental tomar consciencia de tus sesgos y desarrollar herramientas efectivas para gestionarlos. Ser una buena persona y tener las mejores intenciones no es suficiente. Los estudios muestran que los mejores predictores de nuestra conducta son nuestros sesgos inconscientes. Únicamente trabajando nuestros aspectos más irracionales generaremos un ambiente inclusivo en el que todas las personas tengan igual acceso a las oportunidades, se sientan que pertenecen, y se comprometan a aportar lo mejor de sí.
¿Es este el momento? Las situaciones de estrés e incertidumbre nos regresan a modos de funcionamiento más primitivos, lo que aumenta nuestro uso de estereotipos y tendencia a discriminar. El espíritu de los tiempos actuales a nivel mundial muestra lo fundamental que resulta que todas las personas trabajemos en nuestros sesgos (de raza, religión, género, capacidad, sexualidad, etc.), convirtiéndolo en una responsabilidad personal y profesional, individual y colectiva.