Las emociones son un aspecto fundamental en el entorno laboral. Hasta ahora, la mayoría de los planes de desarrollo y desempeño estaban más orientados a la capacitación técnica, sin poner la mirada en el bienestar de los equipos.
La realidad es que las emociones tienen un papel crucial en el desempeño de las personas y en la satisfacción laboral. Por ello, cada vez son más las compañías que reconocen la importancia del trabajo emocional y ponen en práctica estrategias para gestionarlo adecuadamente.
En primer lugar, es importante tener en cuenta que las emociones influyen en el clima laboral. Si hay un ambiente tenso, desagradable o poco motivador, las personas no trabajarán con la misma energía y compromiso que si se sienten a gusto. Por el contrario, si se promueve un clima positivo, donde se valora el trabajo de cada uno, se fomenta la colaboración y se ofrece apoyo emocional, es más probable que las personas se sientan satisfechas y comprometidas con su trabajo.
Además, las emociones también influyen en la productividad. Un estudio realizado por el Centro de Investigación en Gestión de la Universidad de California demostró que los trabajadores que se sienten felices son un 12% más productivos que los que no lo están. Por tanto, promover un ambiente laboral donde se fomente la felicidad y la satisfacción es clave para mejorar los resultados.
Por otra parte, el trabajo emocional también es importante para la retención de talento. Las personas que se sienten valoradas, apoyadas y respetadas por sus compañeros y superiores son más propensas a permanecer en la empresa.
Así, cuando hablamos de poner la mirada en las emociones, ¿por dónde empezamos?
La autora Brené Brown, en su libro «Daring Greatly», señala que la vulnerabilidad es el punto de partida para una comunicación abierta y honesta en el trabajo en equipo.
Es importante que los integrantes del equipo se sientan seguros para expresar sus opiniones y preocupaciones sin temor a ser juzgados o criticados. Esto implica desarrollar una cultura en la que la vulnerabilidad sea valorada y no vista como una debilidad.
En lugar de tratar de ocultar las emociones, Brown sugiere que las personas deben aprender a reconocerlas y aceptarlas. Al aceptar nuestras emociones, podemos aprender a manejarlas de manera más efectiva y a no dejar que nos controlen.
En el contexto de un equipo de trabajo, esto significa que los integrantes del equipo deben aprender a expresar sus emociones de manera abierta y honesta. Si alguien está teniendo problemas con una tarea en particular, debe sentirse libre de pedir ayuda sin temor a ser juzgado. Si alguien está lidiando con problemas personales que están afectando su rendimiento, también debería sentirse cómodo compartiéndolos con el equipo.
Al fomentar una cultura de vulnerabilidad y apertura, los equipos pueden desarrollar una mayor confianza y un sentido de comunidad. Esto puede ayudar a mejorar el rendimiento general del equipo y a hacer que sus miembros se sientan más satisfechos con su trabajo.
James Routledge es un emprendedor británico y fundador de Sanctus, una empresa dedicada a promover la salud mental y el bienestar en el lugar de trabajo. En una entrevista con el Financial Times, Routledge habló sobre la importancia del desarrollo emocional en el lugar de trabajo. Según él, el desarrollo emocional es fundamental para crear un entorno laboral más sano y para desestigmatizar la salud mental en el lugar de trabajo.
Y es que los líderes empresariales tienen un papel importante que desempeñar en el fomento del desarrollo emocional en el lugar de trabajo. Los líderes deben ser modelos a seguir y fomentar la apertura y la transparencia en cuanto a las emociones. Esto puede ayudar a crear un entorno de trabajo más seguro, donde los empleados se sientan más cómodos hablando de sus problemas y buscando ayuda cuando la necesitan.
En este sentido, vemos la importancia de que las empresas ofrezcan programas de bienestar mental a sus empleados. Estos programas pueden incluir sesiones de coaching, talleres de bienestar mental y programas de formación en inteligencia emocional. De esta manera, las personas pueden desarrollar las habilidades necesarias para reconocer, comprender y regular sus emociones, y también aprender a apoyar a sus compañeros de trabajo en su propio desarrollo emocional.
Así, el desarrollo emocional en el lugar de trabajo puede ayudar a reducir el estrés y la ansiedad, mejorar la resiliencia y aumentar la productividad y el rendimiento de los equipos. Al mismo tiempo, el desarrollo emocional también puede mejorar la cultura empresarial en general, creando un entorno de trabajo más positivo y colaborativo.
Sin duda, ofrecer espacios de cuidado y bienestar emocional por parte de las compañías es imprescindible: en este sentido, éstas forman una gran parte de la vida de las personas y su papel trasciende incluso el horario laboral.
Así, invertir en experiencias de desarrollo centradas en el trabajo de emociones puede ser una palanca de transformación cultural, porque las emociones movilizan.
Algunas de las temáticas clave a trabajar pueden ser:
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