El 2020 está siendo el año del coronavirus. Más en concreto, el del inicio de una pandemia para la que no tenemos fecha de final. En este contexto de incertidumbre, la resiliencia se convierte en una cualidad indispensable para afrontar nuestra vida laboral y personal.
¿Cómo nos ayuda la resiliencia y de qué manera podemos desarrollarla? En este post, analizamos la incertidumbre desde una visión positiva y te proponemos experiencias con las que seguir creciendo, en equipo e individualmente.
Desde que, a mediados de marzo, el mundo como lo conocíamos saltara por los aires, muchos hemos ido poniendo nuestras esperanzas en fechas que podrían marcar un «regreso a la normalidad». Primero fueron las fases, luego la llegada del verano y, finalmente, septiembre.
Sin embargo, debemos comprender que no hay un regreso a la vida de antes, al menos de momento. Muchas organizaciones seguirán trabajando con los equipos en remoto, el contacto social se mantendrá limitado y algunos proyectos tendrán que transformarse definitivamente.
La crisis de 2008 se extendió durante años y resultó muy dura. Pero también trajo nuevos modelos de negocio, puso en valor la importancia del emprendimiento y ha impulsado a las organizaciones definidas por la agilidad. ¡Flexibilidad ante un contexto siempre cambiante!
Esta capacidad para adaptarse a las situaciones complicadas y resistir, ¡es la resiliencia! Pero no solo eso, ya que esta cualidad permite salir de las crisis fortalecidos a todos los niveles, con nuevas herramientas para los distintos ámbitos de la vida.
Una de las claves de la resiliencia es ser capaz de vivir en el presente sin obsesionarse por lo negativo. Con una visión optimista y creativa, las personas resilientes encuentran oportunidades incluso en los momentos más complicados.
Por ejemplo, quienes aprovecharon la cuarentena para desarrollarse en aspectos donde creían que podían mejorar o las organizaciones que han cambiado su forma de afrontar el trabajo e, incluso, lanzado nuevos proyectos ajustados a la realidad actual.
La resiliencia requiere de un profundo autoconocimiento: saber dónde están nuestras potencialidades y limitaciones. Al mismo tiempo, también son necesarias la confianza en uno mismo y las ganas de demostrarse que es posible superar las dificultades.
En este sentido, la tenacidad, la autonomía y la empatía son fundamentales. ¡Esta última es básica para poder trabajar en equipo!
Los momentos de incertidumbre se afrontan con más garantías en estructuras organizadas y cohesionadas para avanzar juntos. Pero, sobre todo, sin tratar de controlar las situaciones: lo que debe tenerse bajo control son las emociones.
Ciertas personas, por su predisposición, educación o inteligencia emocional, tienen mayor tendencia a ser resilientes. Sin embargo, ¡nunca es tarde para desarrollar la resiliencia!
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El 2020 y el inicio de esta nueva década serán los años de la resiliencia. Si desarrollamos esta capacidad y aplicamos sus enseñanzas, superaremos este contexto y saldremos transformados: preparados para un mundo siempre cambiante. ¡Y esto sí que nos hará más fuertes!