El foco en la diversidad y la inclusión no está en cómo nos diferenciamos, sino en cómo nos unimos. Activar este principio dentro de las organizaciones va más allá de contar con políticas de contratación inclusiva; es un viaje interno que requiere una profunda introspección y acción consciente. Un viaje de desarrollo que nunca para.
¿Cómo podemos transformar nuestras organizaciones desde adentro para construir una cultura que celebre la diversidad y fomente la verdadera inclusión? La respuesta, sin duda, la tiene el #developmentnonstop.
El primer paso en este viaje es mirarnos a nosotros mismos y reconocer los sesgos inconscientes que pueden estar presentes en nuestras propias mentes y prácticas laborales. Como lo expresó el activista social Bryan Stevenson, «Tenemos que ser honestos sobre nuestras desigualdades para avanzar». Esto implica un compromiso activo de enfrentar y desmantelar nuestros propios prejuicios inconscientes que pueden influir en nuestras decisiones y relaciones en el lugar de trabajo.
La psicóloga social Mahzarin Banaji señala que «nuestros cerebros están cableados para categorizar a las personas de manera rápida y automática», lo que resalta la importancia de ser conscientes de nuestros sesgos y tomar medidas para contrarrestarlos.
Verna Myers una vez dijo: «La diversidad es ser invitado al baile». Esta metáfora evoca la imagen de inclusión y aceptación, donde todos tienen un lugar en la pista de baile, sin importar su origen, identidad o habilidades. En el contexto organizacional, la diversidad va más allá de cumplir con unas ratios; se trata de reconocer y valorar las diferentes perspectivas, experiencias y habilidades que cada individuo aporta.
La diversidad en equipos fomenta la creatividad, la innovación y la toma de decisiones más efectiva. Pero ¿estamos realmente invitando a todos al baile, o simplemente estamos haciendo una exhibición superficial de diversidad?
Si la diversidad es que te inviten al baile, la inclusión es cuando realmente sacan a bailar a cada persona. La inclusión se trata de crear un ambiente donde todos se sientan reconocidos, valorados y respetados como individuos, donde puedan contribuir plenamente con sus habilidades y perspectivas únicas.
Si traducimos esto al contexto organizacional, se trata de construir conexiones auténticas, cultivar un sentido de pertenencia y brindar oportunidades equitativas para todos. Es reconocer y celebrar la singularidad de cada individuo mientras trabajamos juntos hacia metas comunes.
Una investigación de Harvard Business Review reveló que una característica distintiva de las organizaciones verdaderamente diversas e inclusivas es una cultura orientada al aprendizaje. Estas organizaciones no solo valoran la diversidad, sino que también fomentan un ambiente donde el aprendizaje continuo es el estilo cultural dominante.
Una cultura del aprendizaje desafía constantemente sus propios métodos y formas de hacer las cosas. Promueve la flexibilidad, la adaptabilidad y la apertura mental necesarias para prosperar en un entorno cambiante. Nos invita a mirar hacia dentro para construir hacia fuera, de forma individual y colectiva.
En este sentido, nos preguntamos ¿Qué acciones estratégicas pueden contribuir a una cultura de inclusión y diversidad? Aquí te dejamos algunas:
En resumen, el viaje hacia una cultura organizacional de diversidad e inclusión es un proceso continuo que requiere compromiso, acción y un enfoque en el aprendizaje continuo. Al abrazar la diversidad, cultivar una cultura del aprendizaje y promover la inclusión, las organizaciones pueden crear entornos donde todas las personas se sientan valoradas, respetadas y empoderadas para contribuir plenamente.
Si quieres empezar este viaje, escríbenos y te contamos cómo. Recuerda que mayo es el mes de la diversidad, una fecha clave para activar la diversidad y la inclusión en tu organización.